Hablar de Sega es hablar de, quizás, la compañía de videojuegos más conocida fuera de las que desarrollan consolas actualmente. Si la pides a una persona completamente ajena al mundo del gaming que te mencione tres personajes de videojuegos, es muy probable que en ese listado este Sonic el erizo. Es que la empresa ha contado con una trayectoria tan vasta, que más allá de la opinión que pueda tener cada uno respecto a sus producciones recientes, la gran mayoría estará de acuerdo con que su puesto como una de las empresas de videojuegos más grandes es merecido.
Sin embargo, cualquier persona que haya vivido la década de los noventa con un control o un joystick en la mano estará de acuerdo una cosa. Sega, actualmente, no es la misma de aquellos años. Hace treinta años, eran la Genesis y la SNES los aparatos que dividían a los entendidos en el tema. Antes de las relaciones respetuosas y la sana competencia que se vive hoy en día, existían Sega y Nintendo lanzándose insultos directos en televisión. Si bien posteriormente pasaría de nuevo (y a mucha mayor escala), fue Sega la empresa que provocó que Nintendo, por primera vez, probara la derrota.
SEGA, de pelear contra Mario a trabajar para él
La caída de Sega, y su transformación en una creadora de software, nos demuestran muchas cosas. Lo más importante, es que ninguna compañía en esta industria es demasiado grande como para fracasar. Es, además, un recordatorio para Nintendo, Microsoft y Sony. Por más que actualmente cosas anden bien, no se pueden dormir sobre sus laureles. Porque, con todo el respeto del mundo, a nadie le gustaría ser el próximo Sega. A continuación, analizaremos como la compañía llego a su punto más alto, y que pasos en falso la hicieron caer.
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